Veo con preocupación unos vídeos de personas que se untan mantequilla de cacahuete en la frente para distraer a sus perros mientras les cortan las uñas de las patas delanteras. Yo no puedo dejar de pensar en la catástrofe que se avecina.
En esta postura es imposible que el humano pueda percibir cualquier cambio de expresión en la cara de su perro: si el perro se asusta o está incómodo no nos vamos a dar cuenta porque no le vemos la cara. Además, por mucha experiencia que tengamos, siempre puede ocurrir que le hagamos daño cortando un poco de más. En ambos casos nuestra cabeza está peligrosamente cerca, literalmente pegada a su boca, y no sería extraño que nos mordiera con el objetivo de alejar la fuente de miedo-incomodidad-dolor. No hace falta decir que una mordedura en la cara es muy dolorosa, físicamente, por todas las terminales nerviosas que tenemos en ella, y psíquicamente, por las marcas que se van a quedar probablemente de por vida.
Y otro efecto negativo que podemos causar es una asociación negativa entre la presencia de comida y la presencia del humano, pudiendo este perro en adelante no tolerar personas cerca cuando come.
Para que tu perro haga una asociación positiva al corte de uñas se van a necesitar dos personas que trabajen coordinadamente: una le administra premios comestibles al perro mientras la otra va cortando las uñas, sin prisas. Cuando el animal deja de comer, se para todo. Sólo hay comida mientras el perro se deja hacer. No va a ser necesario hacerlo siempre así: una vez que la cosa vaya fluida se irán espaciando los premios hasta quedarnos por ejemplo con uno al principio y otro al final.