Cuando perdemos a un animal de compañía entramos en un proceso de duelo. Este proceso es diferente en cada persona en cuanto a intensidad y duración, y depende de muchos factores. En los últimos años ha habido un cambio en el papel que juegan las mascotas dentro de la familia y en este proceso han ido adquiriendo protagonismo. Este aumento de protagonismo ha hecho que se les eche más de menos cuando nos dejan y que seamos más conscientes de que no estamos bien, y que la razón es que ese animal ya no volverá a estar con nosotros, que es una pérdida irremediable.
A veces el duelo por los animales es un duelo marginado, un duelo que no es bien visto o valorado por una parte de la sociedad que no comprende que una persona se pueda ver afectada por la pérdida de su mascota. Existe un peligro importante cuando una persona no puede vivir el duelo libremente, existe el peligro de que se enquiste y de que no se supere. Por eso hay que hacer un esfuerzo para buscar la manera de afrontar este proceso en todas sus fases, una manera que satisfaga individualmente a cada uno de nosotros.
Nuestro cementerio virtual es un espacio abierto para todo el mundo que nació precisamente con la idea de ofrecer a los propietarios que acaban de perder su querida mascota una vía de salida a estos sentimientos.
Siendo la primera fase del duelo la de negación del hecho sucedido, en la que no nos podemos hacer a la idea de la extensión de los hechos, ayuda mucho a tomar consciencia celebrar una ceremonia de despedida. En humanos está muy establecido el rito del funeral, que es una reunión con un orden establecido al que acuden las personas que conocían al difunto para despedirse de él. En los animales no hay un rito establecido y puede tomar muchísimas formas.
Desde hace bien poco se puede contratar en Mallorca un servicio de ceremonias personalizadas gracias a Claudia Nagyivan, de Furry Funerals. Claudia es oradora profesional y atiende con fluidez en castellano, inglés y alemán. Ella se encarga de entrevistar a la familia para luego preparar la ceremonia de despedida de acuerdo con las solicitudes y necesidades de la misma.
Sea cual sea la forma que se elija, como mínimo debería incluir unas horas de introspección dedicadas a decir adiós y a expresar nuestros sentimientos: la rabia y la incomprensión por la pérdida, la desolación repecto al futuro sin su compañía; la añoranza, la gratitud y la felicidad por los momentos vividos. Y si eso no se puede hacer en público por las circunstancias de cada uno, pues debe hacerse en privado.