Hace 10 años se estaban acabando las obras de las perreras de Son Batlet. Estaba terminado el edificio y había agua y electricidad, pero los alrededores eran un desorden de tierra y escombros por el que casi no se podía ni transitar. El verano asomaba y muchas personas preparaban sus vacaciones. Yo estaba embarazada, bastante embarazada, así que ya había decidido abrir la guardería para las fiestas de Navidad, con el bebé en brazos y la obra bien terminada.
El caso es que nos llamó una señora muy amable y educada. Estaba planeando sus vacaciones y buscaba un sitio donde se quedaran sus perros: 2 preciosos pomeranias, padre e hijo. Le expliqué que no habíamos terminado las obras pero ella quiso igualmente venir a visitarnos. En ese momento pensé que siempre podría ser un potencial cliente. El caso es,que sin acabar y todo, ella consideró que era un buen lugar para dejar a sus “hijos” de 4 patas y así fue nuestra primera reserva, un poco precipitada. Al final se juntaron unos cuantos más y ese primer verano tuvimos una media de 5-6 perros diarios.
Ella fue la primera persona que confió en nosotros y se lo agradezco de corazón, y a todos los demás clientes que han venido y vienen también, pues si bien yo sé que nuestras instalaciones son más que adecuadas y que nuestro personal a día de hoy es muy capaz y entregado, la satisfacción del cliente será siempre el espejo en el que nos miremos para saber si una labor está bien realizada, y un cliente no puede nunca estar satisfecho si no te da primero la confianza de pedirte un servicio.