Black

1998 -
2017

Eres uno de los seres que más he querido en mi vida, mi compañero de juegos, quién aliviaba mis miedos por las noches metiéndose en mi cama a escondidas de papá y mamá, mi mayor confidente, mi mejor amigo, mi hermano.
Jamás te olvidaremos, mi más fiel compañero. Durante casi 19 años has estado incondicionalmente, sin pedir nada a cambio. Has tenido una vida larga y nos hiciste muy afortunados.
Como dice papá: siempre hacías lo que querías, no eras un perro con pedegree pero eras muy listo, no dabas la patita pero nos volvías locos abriendo puertas, no traías la pelota pero abrías bolsos para robar caramelos, no eras el perro más guapo peo eras el más simpático y, sobre todo, eras nuestro campeón.
Durante todos estos años al abrir la puerta de casa sabía que estarías esperando, meneando la cola con aquella energía tuya, sabiendo que por muy malo que hubiese sido el día, tú nunca me fallarías, siempre contando con tu cariño y lealtad.
Fuimos creciendo juntos, llegó el momento en el que tú ya no podías saltar tan alto ni correr tan rápido como antes y, sin embargo, para nosotros seguías siendo el mejor perro.
Hace justo una semana que llegó el día de dejarte partir, y aunque fue terrible y triste, estoy tranquila porque se que ahora estás mucho mejor. Te has convertido en nuestro angelito y te seguiremos amando siempre.
Has dejado un vacío que nadie podrá llenar y jamás superaremos que te hayas marchado para no volver. Pero aunque te vayamos a echar de menos, espero que ahora puedas volver a correr como antes, tan veloz y feliz como te recuerdo si echo la vista atrás. Espero que te mimen y te froten el lomo y las orejas como a ti te gustaba, ya que tu familia ya no lo puede hacer. Espero que todo tu sufrimiento haya desaparecido, permitiéndote ver y oir como aquel pequeño cachorro que apareció en nuestras vidas.
A pesar de que ya no estés físicamente, estarás para siempre con nosotros. Siempre serás eterno.
Gracias por todo.
Te queremos, ángel.

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