MAX

2009 -
2016

Aún recuerdo la primera vez que te vi. Correteabas con curiosidad por un espacio que era tan grande como desconocido para ti y, sin embargo, parecías estar encantado.
Aún recuerdo esos primeros pasos torpes, atropellados y saltarines de una inocencia pura y maravillada.
Es difícil olvidarlo porque tú nunca dejaste de ser el eterno cachorro. Ese niño grande. El artífice de tantas y tantas sonrisas y también de muchos enfados (para trasto no te ganaba nadie).
Es por ello que cuando dejaste de caminar a saltitos para arrastrar las patas. Cuando cambiaste la expresión alegre por la mirada triste y abandonaste tus hábitos de alimentación basura (literal) nos asaltaron tantas dudas.
Han sido semanas duras. Semanas de muchos interrogantes. Semanas de rabia, de miedo y de saber qué este día llegaría. Esa última llamada que ya se anunció en tu última mirada.
Es muy difícil decirte adiós, ¿qué te parece un “hasta luego”?
Gracias por ser ese pilar indiscutible. Hay muchos sentimientos que se han quedado huérfanos sin ti. Has dejado una huella imborrable en mucha gente. Si supieras cuántos mensajes me dieron para ti, cuando calor y amor arrancaste…
Nos separaron demasiado rápido. Tenía muchas horas para darte, mucho amor que brindarte y, también, muchas bullas que echarte (ya lo sabes…)
Tu compañero y hermano, (el ladronzuelo que te limpiaba el plato), tu padre adoptivo forzoso pero enamorado y yo, tú madre (no tu dueña, ni tu propietaria) que eso lo que procuré ser, te vamos a echar mucho de menos.
Probablemente poca gente comprenda la herida que produce y los sentimientos encontrados que desata perderte.
Hasta pronto Max. Gracias por llenar con tu vida, la nuestra.
Te quise, te quiero y te querré SIEMPRE.
Descansa en paz, mi pequeña estrella. Desde tu partida el cielo brilla con más fuerza.

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