Neu

1994 -
2012

No hay palabras suficientes para expresar lo que te echaré de menos. No paran de repetirme que viviste una vida larga, que fuiste una perra feliz, pero la veracidad de esas afirmaciones no calma ni un poco el dolor de tu pérdida. Te fuiste en mis brazos, mientras yo te abrazaba, porque era lo único que podía hacer; había llegado el momento, debía dejarte ir.
Gracias por enseñarme a amar a los animales; por ser la inteligencia y perspicacia hecha ser; por todos los momentos de alegría, de llanto, de risas y de preocupación. Gracias por recibirme siempre con toda la energía y felicidad del mundo cuando entraba en casa de la abuela; gracias por cuidarla y hacerle compañía en los últimos años de su vida.
Nunca me olvidaré de ti, de tu forma especial de hacerme saber que querías algo, de todas tus trastadas… que no fueron pocas, eras tan especial… Cada vez que te escapabas se me moría algo por dentro, pero luego me asomaba a la puerta de casa y ahí estabas, esperando a que te abriésemos la puerta …Cada vez que te escapabas de casa de la abuela y venías corriendo hasta casa, y ella llamaba por teléfono y decía ‘Nena, que la perra se ha escapado, mira a ver si está en tu portal’, y ahí estabas con tu cara picarona y la lengua fuera de lo mucho que habías corrido.
Cuando la abuela murió te traje conmigo; fue la mejor decisión que he tomado en mi vida, la mejor ‘herencia’ que me podía haber dejado.
Ha sido todo un orgullo y honor poder cuidarte estos últimos años; tan delicada y frágil en los últimos días. Espero que perdones mis errores, y que cuando nos veamos al otro lado, vengas corriendo a recibirme como cuando eras joven.
Te querré y te echaré de menos siempre. En esta y otras vidas, si las hay. Sé que algún día nos reencontraremos. Hasta entonces, sé que estás bien acompañada.
Descansa en paz mi reina, se acabó del sufrimiento.

Ir al contenido