Nuestro amor, ayer te dormiste para siempre. Nos has dejado un vacio enorme y nos parece mentira que ya no estés en tu hogar, en nuestro hogar. Los últimos tiempos han sido duros para tí y para nosotros, esperamos que nos perdones si no hemos tenido la suficiente paciencia con tu enfermedad. Seguro que estás con la amita, que te llamaba mi coronel, y con el Chis, por fín os habéis conocido, sed felices en la eternidad juntos, y esperadnos allí en un futuro lejano para Carlos Rita y para mí, Isabel. Siempre estarás, estaréis en nuestros corazones. Te queremos infinito mi amor, mi niño.