Empezamos con una obviedad: el calor ya está aquí y con el aparecen los planes relacionados con baños refrescantes y días de asueto en la playa. Y si nos apetece ir a la playa en verano: ¿qué hacemos con nuestros compañeros peludos? ¿Puede ser una buena idea que nos acompañen en estas salidas? Se me ocurren unas cuántas cosas a tener en cuenta antes de salir.
La primera y más importante: sinceramente, ¿ a mi perro le va a gustar la playa? A muchos perros no les gusta la idea de mojarse, y aunque es verdad que puede ser una manera lúdica de introducirles en los beneficios del baño, debemos ser buenos observadores del lenguaje canino para valorar cómo se encuentran realmente; y por supuesto nunca obligarles a entrar en el mar. Eso podría aterrorizarlos de por vida. También debemos tener en cuenta que, en verano, estos lugares suelen estar bastante concurridos. Si mi perro es más bien un alma solitaria y no es muy habilidoso con los contactos sociales (por falta de experiencia, o porque las haya tenido y no hayan ido bien) a lo mejor es más prudente dejar la visita a la playa para cuando el tiempo refresque y el volumen de visitantes sea más bajo. Si a mi perro le encanta el agua y además tiene “don de gentes”, este es un lugar para probar, sin duda.
¿Dónde ir? En los últimos años los municipios de Mallorca han respondido a las peticiones de los amantes de los perros habilitando zonas en sus costas donde está permitido ir con animales. Antes de salir hay que consultar a cuál de estos sitios queremos acudir y planificar el viaje (duración, aire acondicionado en el coche, lugar de aparcamiento). Además es también buena idea consultar las normas de cada uno de estos sitios, pues son diferentes según el municipio al que pertenezca el trozo de costa al que hemos decidido ir. No sé hasta que punto se cumple la normativa dictada para estos lugares, pero en algunos sitios la norma dice que los perros tienen que llevar bozal y este es un artilugio que necesita de un proceso de habituación para que el perro lo acepte como algo más de la parafernalia que tiene que llevar para salir de casa. Mala idea sería encasquetarle el bozal sin previo aviso y llevarlo a un lugar nuevo como es la playa. (LLegados a este punto diré que encasquetarle el bozal sin previo aviso es siempre una mala idea y el origen de muchos odios acérrimos a esta valiosa herramienta)
Jornadas agotadoras. Los perros son ampliamente conocidos por pasarse prácticamente todo el día durmiendo. Y lo hacen porque así lo necesitan. Nada que ver con los compañeros humanos, que sólo paramos para dormir las 8 horas imprescindibles, y algunos ni eso. Dependiendo del perro que tengamos tenemos que calcular bien la duración de toda la excursión, desde que salimos de casa hasta que volvemos. Y si nos excedemos, procurar que no sea mucho, y que pueda descansar ampliamente en los días siguientes. Cada perro tiene su nivel de energía y su nivel de tolerancia a situaciones noveles.
Necesidades caninas. ¿Llevo suficiente agua? ¿Cacharros para el agua? ¿Algo de comida? ¿Sombra? Recordad que los perros no disipan el calor acumulado en el cuerpo con facilidad (no sudan) y, por lo tanto, son propensos a los golpes de calor. Una buena sombra y un lugar donde pase el aire son buenas ideas. Y por supuesto, como en cualquier otro lado, no debemos dejar restos orgánicos: cacas retiradas y pises regados, por favor.
Contemplar la posibilidad de abortar misión. Aún con todas las precauciones del mundo se puede torcer la salida. Debemos ser conscientes de que, si incluimos al perro en la excursión, tenemos que velar por su bienestar y tener clara esta prioridad. Si vemos que nuestro perro reacciona mal o exageradamente a estímulos en principio neutros, que no asume cómodamente el lugar o la compañía, o que no es capaz de relajarse en algunos momentos, tenemos que plantearnos sacarlo de esa situación antes de que empeore y/o sea irreversible el daño, aunque eso signifique frustrar nuestros esperados planes de playa.
Os deseo un feliz verano lleno de excursiones interesantes!